¿Qué pasa si compramos para vivir, en lugar de vivir para comprar?
Esta es la pregunta que se hizo hace muchos años Yvon Chouinard, el multimillonario fundador de la marca de ropa para actividades al aire libre Patagonia.
Yvon Chouinard, era hasta hoy, fundador y propietario de Patagonia, Inc., con sede en Ventura, California. Comenzó en el negocio diseñando, fabricando y distribuyendo equipos de escalada en roca a finales de la década de los 50.
En los años 80, el éxito de Patagonia fue tal que Chouinard consideró jubilarse anticipadamente, aunque finalmente, optó por seguir en la dirección de la empresa, siempre preocupado por inspirar al consumidor, al empresario, a la sociedad en general, un cambio ante la imparable crisis ambiental. Una de sus revolucionarias propuestas, fue implementar un impuesto orientado hacia la Tierra, donde se comprometía a donar un % de las ventas a la preservación y restauración del entorno natural. La excelente historia del éxito de esta empresa, la puedes encontrar en el libro que el empresario publicó en el año 2005, “Let my people go surfing”.
Chouinard ha sacado una nota de prensa donde establece que “la tierra es ahora nuestro único accionista” y alienta a todos a hacer lo que esté en nuestra mano para variar las terribles predicciones climáticas de nuestro planeta: “Si tenemos algo de esperanza por tener un planeta próspero —o al menos un negocio próspero— se necesitará que todos hagamos lo que podamos con los recursos de los que disponemos. Esto es lo que nosotros podemos hacer”.
Y vaya que lo han hecho, así es como lo ha dispuesto: “el 100% de las acciones con derecho a voto de la empresa se han transferido al fideicomiso Patagonia Purpose Trust, creado para proteger los valores de la compañía; y el 100% de las acciones sin derecho a voto se han entregado a Holdfast Collective, una organización sin fines de lucro dedicada a luchar contra la crisis ambiental y defender la naturaleza”. Han apostado por seguir aportando valor, haciendo en pro de todos, en lugar de generar riqueza para los inversionistas.
Desde Responsabilidad Social con tenedores, nos encanta compartir este tipo de noticias; creemos en las empresas como espacios para aportar valor. Sí es posible confiar en un futuro donde la crisis climática pueda llegar a revertirse con la suma acciones prácticas, de gobiernos, de empresas, de consumidores, y de la sociedad en general.
La carta completa la puedes consultar a continuación:
La Tierra es ahora nuestra única accionista
Si tenemos algo de esperanza por tener un planeta próspero —o al menos un negocio próspero— se necesitará que todos hagamos lo que podamos con los recursos de los que disponemos. Esto es lo que nosotros podemos hacer.
Por Yvon Chouinard
Nunca quise ser un empresario. Comencé como artesano, fabricando equipo de escalada para mí y mis amigos, luego entré en el vestuario. Mientras comenzábamos a ser testigos del alcance del cambio climático y la destrucción ecológica — así como de nuestra contribución en aquello — Patagonia se comprometió a usar nuestra compañía para cambiar la forma en que se hacían los negocios. Si podíamos hacer lo correcto generando suficientes ingresos como para pagar las cuentas, podíamos influir en los clientes, en otros negocios y, tal vez, cambiar el sistema en el camino.
Comenzamos con nuestros productos, usando materiales que causaban menos daño en el medioambiente. Donamos el 1% de las ventas cada año. Nos convertimos en Empresa B certificada y también en una corporación de beneficios de California, dejando nuestros valores por escrito en nuestra carta corporativa como una forma de pre servarlos. Más recientemente, en 2018, cambiamos el propósito de la empresa a: “Estamos en este negocio para salvar nuestro hogar, el planeta Tierra”.
Si bien hacemos lo mejor de nuestra parte para abordar la crisis ambiental, esto no es suficiente. Necesitamos encontrar una manera de poner más dinero en la lucha contra la crisis y mantener los valores de la compañía intactos al mismo tiempo.
“A decir verdad, no había buenas opciones disponibles. Entonces creamos una propia”.
Una opción era vender Patagonia y donar todo el dinero. Pero no podíamos estar seguros de que un nuevo propietario conservara nuestros valores o mantuviera empleado a nuestro equipo de personas alrededor del mundo.
Otro camino era hacer pública la compañía. Qué desastre hubiera sido. Incluso las compañías públicas con buenas intenciones se ven bajo demasiada presión por generar ganancias en el corto plazo a expensas de la vitalidad y la responsabilidad a largo plazo.
A decir verdad, no había buenas opciones disponibles. Entonces creamos una propia.
En lugar de “hacernos públicos”, podríamos decir que estamos “haciendo nuestro propósito”. En lugar de extraer valor de la naturaleza y transformarlo en riqueza para unos inversionistas, vamos a usar la riqueza que Patagonia crea para proteger la fuente de toda riqueza.
Así es como funciona: el 100% de las acciones con derecho a voto de la empresa se han transferido al fideicomiso Patagonia Purpose Trust, creado para proteger los valores de la compañía; y el 100% de las acciones sin derecho a voto se han entregado a Holdfast Collective, una organización sin fines de lucro dedicada a luchar contra la crisis ambiental y defender la naturaleza. El financiamiento vendrá de Patagonia: cada año, el dinero que generemos tras reinvertir en el negocio será distribuido como dividendo para ayudar a combatir la crisis.
Han sido casi 50 años desde que iniciamos nuestro experimento en negocios responsables y recién estamos comenzando. Si albergamos algo de esperanza por tener un planeta próspero — o al menos un negocio próspero — en 50 años más, se necesitará que todos hagamos lo que podamos con los recursos de los que disponemos. Esta es otra forma que hemos descubierto para cumplir con nuestra parte.
A pesar de su inmensidad, los recursos de la Tierra no son infinitos y está claro que hemos sobrepasado sus límites. Pero también es resiliente. Podemos salvar nuestro planeta si nos comprometemos a ello.
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