La “incapacidad de adaptación y mitigación al cambio climático”, ambos riesgos de tipo ambiental fueron clasificados como dos de las amenazas más graves tanto a corto como a largo plazo, además de ser los riesgos globales para los que se considera que estamos menos preparados como sociedad, pues el 70% de los expertos encuestados en el Reporte de Riesgos Globales 2023 calificó las medidas actuales para prevenir o prepararse para el cambio climático como “ineficaces” o “altamente ineficaces”.
El fracaso de la acción climática fue incluido por primera vez en el reporte de 2011. Más de una década después, los niveles atmosféricos de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso han alcanzado niveles récord. Las trayectorias de las emisiones hacen que se vea poco probable lograr las ambiciones globales de limitar el calentamiento global a 1.5°. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la posibilidad de lograr este objetivo para 2030 es del 50%. Los compromisos actuales del sector privado sugieren un aumento de temperatura a 2.7°C para mediados de siglo, muy por encima de las metas descritas en el Acuerdo de París.
Los expertos señalan que, hasta la fecha, se ha favorecido más la mitigación que la adaptación climática, pues en todo el mundo solo el 34% del financiamiento se le ha asignado a esta última. No obstante, se requiere encontrar un equilibrio entre reconocer la urgencia de establecer acuerdos, mejores prácticas y marcos regulatorios sólidos para la adaptación, sin descuidar los objetivos de mitigación, como la descarbonización de la actividad económica, en especial en aquellas economías que más contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Aunado a esto, el reporte advierte que las tensiones geopolíticas y las presiones económicas ya han limitado, e incluso revertido en algunos casos, el progreso en la mitigación del cambio climático, al menos a corto plazo. Pese a que los gobiernos han tomado ciertas acciones a largo plazo respecto a la descarbonización y transición energética, es poco probable que el impulso general para la mitigación se acelere rápidamente en los próximos dos años. Durante las negociaciones de la COP27 no se logró llegar a un acuerdo definitivo para eliminar gradualmente todos los combustibles fósiles, lo que evidenció la dificultad de equilibrar necesidades y realidad.
Una transición climática que sea justa implica grandes desafíos, sobre todo en el contexto de un panorama económico complicado e inflados costos de insumos. La amenaza de una transición más lenta y desordenada es hoy un hecho, puesto que ha supuesto una ralentización de inversiones en métodos de producción más ecológicos, particularmente en ciertos países que aún dependen en gran medida de las industrias combustibles fósiles. Todo esto podría conducir a consecuencias planetarias y sociales más graves, pues cualquier retroceso de acción gubernamental y privada continuaría amplificando los riesgos para la salud humana y el capital natural.
A medida que los litigios climáticos y las preocupaciones sobre el subregistro de emisiones y el lavado verde aumentan, crece el reconocimiento de que no solo el ritmo de la transición, sino también la efectividad y la integridad son importantes. Si bien algunos países han vuelto obligatorias la divulgación y la transparencia en estos temas, gran parte del mundo corporativo aún no ha evaluado o comenzado a gestionar sus riesgos climáticos. En ausencia de políticas más claras, una nueva supervisión regulatoria y una aplicación legal más consistente, los esfuerzos de mitigación se verán moldeados por un activismo climático cada vez más disruptivo.
Los expertos también advirtieron que el cambio climático se convertirá cada vez más en un motor clave de la migración forzada. Conforme las inundaciones, las olas de calor, las sequías y otros fenómenos meteorológicos extremos se vuelvan más severos y frecuentes, un conjunto más amplio de poblaciones se verá afectado, lo que a su vez magnificará diversos desafíos humanitarios como la inseguridad alimentaria, especialmente en países de ingresos bajos y medios; de hecho, el riesgo de “desastres naturales y eventos climáticos extremos” fue considerado como el segundo más grave en los próximos dos años y el tercero durante la próxima década.
“El cambio climático es quizá el riesgo más complejo al que nos enfrentamos actualmente. Es una problemática global que nos concierne a todos y las aseguradoras no somos la excepción. Por ejemplo, en daños por desastre natural, el reporte estima que la brecha de protección del seguro aumentó de $117 mil millones de dólares en 2020 a $161 mil millones en 2021. Además, solo el 7% de pérdidas económicas por eventos de inundación en los mercados emergentes y 31% en las economías avanzadas, han sido cubiertas por un seguro en los últimos 20 años”, comentó Diogo Cassin, Director de Riesgos de Zurich México, en el marco del Día Mundial del Clima.
Como compañía aseguradora especialista en el entendimiento, prevención y gestión de los riesgos, Zurich Insurance Group colabora como socio estratégico en la creación del Reporte de Riesgos Globales 2023, el cual ha sido elaborado con el apoyo del Global Risks Advisory Board del Foro Económico Mundial. Si desea consultar el Resumen Ejecutivo del Reporte de Riesgos Globales 2023, así como el reporte completo y otros materiales relacionados, visite el siguiente enlace: https://www.weforum.org/reports/global-risks-report-2023/.
Comments